LOS BOLETINES VIEJOS #01: SOPA DE GANSO

Enero 3, Miércoles, 1996

***** SOPA DE GANSO

Genial ejemplo del humor absurdo de los Hermanos Marx (Groucho, Harpo, Chico, Zeppo). La sorprendente capacidad de imaginar réplicas absurdas, la broma contra los militares y la guerra. Un mundo loco donde nada es lógico y donde los toques de humor judío derivan en surrealismo, que como se sabe es una subversión de la realidad o por lo menos de la lógico. Groucho es presidente de un país de opereta y también es general de mostachos. El ritmo del disparte va en crescendo y el gran combate final ha sido calificado de memorable.

Pocas cosas envejecen más rápido que el humor. En parte porque los tabúes que pueden quebrar ya han quedado obsoletos, o porque sus referencias están demasiado ancladas en una época y las vuelven un tanto incomprensibles años después. O, porque se trata de chistes hechos por varones para varones heterosexuales y algo que se consideraba «normal» (reírse de los negros, los putos, las mujeres, los minusválidos) simplemente no es tolerable ahora.

Mientras veía Sopa de Ganso por segunda vez después de más o menos 22 años (la alquilé en un videoclub que quedaba en la esquina de mi casa cuando tenía once o doce años. Creo que ahora ese lugar es un lavadero o algo así) me preguntaba cual era su real valor para considerarla una obra maestra, una pieza fundamental del cine, etc. Su puesta en escena es chata y funcional, y los chistes de Groucho y Chico son directamente humor de vodevil de los 20 porque, oh sorpresa, eran comediantes de vodevil. No terminaba de entender si esto se trataba de un ejercicio de nostalgia de generaciones anteriores de críticos que pusieron en un pedestal su equivalente de Adam Sandler. Y esto en última instancia no me parece malo (me dan ganas de hacer campaña para darle a Billy Madison el lugar en la lista de 1000 mejores películas que se merece), pero me genera reales sospechas sobre los cánones y todas esas listas de películas imprescindibles.

Supongo que puede llegar a justificarse su inclusión dentro de un canon por su valor político. Pero, ¿cual es su «valor político», o qué es exactamente eso? Si, ya sé que se trata de una parodia a los gobiernos fascistas de Europa, que se adelanta a la subversión Monty Phytoniana con su escena dónde una declaración de guerra se vuelve una especie de número musical, que se burla de autoritarismos varios. Pero, para mí hay un valor mayor y más interesante en todo esto, aún más que el más obvio de «Los hermanos Marx se burlan de la guerra antes que todos los demás» y creo que puede resumirse en las escenas dónde Harpo brilla.

Harpo, haciendo un trío con una mujer y un caballo. Harpo mostrando sus tatuajes a forma de respuesta a las preguntas de Groucho hasta que de uno que tiene en el pecho sale literalmente la cara de un perro ladrando, Harpo cortando con tijeras cada cosa que encuentra, Harpo prendiendo cigarrillos con un soplete. Si como señalé antes el humor verbal de Groucho y Chico tiene una capa de polvo encima, todo ese «humor surrealista» de Harpo está despegado, fuera de todo tiempo y lugar, convertido en algo que no necesita contextualización y por lo tanto eterno y que en última instancia es sintomático del universo de Sopa de Ganso. Porque, esta película, no tiene sentido. Alguno. Los personajes no responden a ningún tipo de lógica y el guión es un flan colador. Lo que en otro film sería su perdición (su absoluta inconstancia narrativa) aquí se vuelve la gracia que la salva. Por ese mismo motivo nunca va a aparecer en uno de esos top 10 odiosos tipo WatchMojo de «Comedias que ya no podemos ver» más allá del millón y medio de chistes misóginos que tiene y que me hicieron rechinar los dientes más de una vez. Sopa de ganso es ante que todo una explosión de ridículo donde nada importa.

 

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