ANA TIPA: «LA REALIDAD ME PARECE ALUCINANTE Y RIQUÍSIMA»

Entrevista a la directora de Preso

Ana Tipa (directora y productora) y Gabo Bendahan (fotógrafo)

A instancias del estreno de Preso, la cual ganó el premio a Mejor Largometraje en el Festival Detour, entrevistamos a Ana Tipa, su realizadora. En lo que fue un intercambio muy abarcativo, ahondamos en ciertas cuestiones técnicas y temáticas de la película, cómo fue que encontró a su protagonista y qué criterios tuvo en cuenta a la hora de buscar las imágenes y elegir la música. Tocamos, también, asuntos más generales, como las características del documental y por qué hacerlos.

Entrevista por Federico Casal y Juan Andrés Belo. 


 

Contanos un poco de tu formación.

Después de terminar el liceo me fui del país y estudié bellas artes en Italia. Mi primera intención en aquel entonces era dedicarme a las artes plásticas. Después de un tiempo tuve una crisis con respecto a eso y no sabía qué hacer, entonces decidí estudiar cine. Estudié cine en Venezuela. Luego me fui de vuelta para Europa a Alemania y ahí empecé a trabajar en televisión, haciendo reportajes y ese tipo de cosas. Allí comenzó realmente la inquietud de hacer proyectos míos, más largos, para lo cual tardé un poco, porque en Alemania era muy difícil y acá todavía no había prácticamente ninguna posibilidad.

 

Lo primero que nos genera Preso es una gran intriga de cómo conociste a Miguel.

Si bien no lo buscaba a él en concreto, estaba investigando para una serie que yo pretendía hacer en aquel entonces sobre la relación entre las personas y los espacios que uno construye, alquila o de alguna manera habita. Era un proyecto para el que además había recibido un premio, pero que al final nunca pude realizar. La idea era hacer una serie con historias de vida, de circunstancias, de conflictos con la vivienda en todos sus aspectos. Entonces me enteré por una amiga que se estaba construyendo una cárcel en Rivera, de la cual, esta amiga, era la jefa de la seguridad de la empresa constructora. Le pedí que me llevara porque me pareció un entorno muy atractivo. Como yo había trabajado en la frontera, en el norte del país, también me seguía atrayendo ese Uruguay bastante diferente al que nosotros vivimos del Río Negro para abajo, y más aún en Montevideo. Así fue que llegué a Rivera y uno de los obreros que estaba construyendo esa cárcel era Miguel.

Miguel tenía un vínculo más o menos directo con mi amiga, porque en esa obra era el encargado de avisar si había problemas de seguridad. Ella me lo presentó bastante rápido. Se dio una charla y me contó que andaba con unos dramas en su vida matrimonial, sin entrar en ningún tipo de detalle.

 

¿Eso en que año fue?

En el 2010.

 

¿Cuándo y cómo fue el momento en que te enteraste de cuál era su historia verdadera?

Eso es dificilísimo de explicar porque se empezó a destapar como una mamushka. Lo primero que me interesó fue la relación entre una persona que construye una cárcel, que si bien no va a ser para él, en teoría, va a ser para encerrar a otros, y pasa allí toda su jornada. Al mismo tiempo, Miguel, por lo que me había contado, se sentía atrapado en lo que le estaba pasando. Ahí ya me pareció que había algo para contar. Tuve una intuición. Supe lo que estaba pasando bastante más tarde. Lo fuimos descubriendo poco a poco, a medida que se fue también ganando la confianza del trabajo en conjunto. Cuando se reveló todo aquello, vi la historia más clara como drama pero también es cierto que yo quería mantener aquella primera visión que había tenido de la correlación entre los espacios y la situación del protagonista. Además, se sumó eso de que él iba reformando sus propios espacios privados.

 

¿Estabas ya filmando cuando empezaste a aislar estos elementos?

Ya estábamos ahí. Estaba todo decidido. En aquel momento incluso ya había conseguido la primera financiación, del FONA.

 

El documental tiene una cuestión algo metafísica en la que la realidad parece estar complotando para darte una película. ¿Sentís que sucede algo así?

Sí. Yo creo que cuando uno tiene la intuición de que hay una historia, después parece que todo lo que va ocurriendo, la confirma. En este caso fue así. Al principio no tenía pruebas de que era realmente un gran drama pero la realidad pareció hacer que ello se desarrolle y fuera hasta donde llegó.

 

Cuando se ponen las cámaras, las personas que están delante empiezan a generar su propio ritual de sanación…

Te lo confirmo totalmente.

 

En el final de la película se alcanza un nivel de catarsis emocional muy grande.

Es un tema que a mí me ha interesado muchísimo, cómo los protagonistas se adueñan del espacio que es su película, de su filmación –porque también es suya– y aprovechan para transformar su existencia. Fue lo que pasó en este caso. Se crea un juego de ida y venida constante. El hecho que estemos ahí hace que la realidad vaya cambiando, entonces eso cambia a su vez lo que nosotros estamos contando. No esencialmente, porque siempre hay idea de base, que es lo que uno intuye, el tronco de la historia. Todas las situaciones que lo van enriqueciendo y transformando te dan a veces la sensación de que la realidad se adapta a lo que estás queriendo hacer.

 

Cuando se te insinuó un poco más la historia, ¿qué cosas definiste que tenías que hacer de una cierta manera? Cuando él sale de la cárcel, por ejemplo, la toma es de la cárcel alejándose en el fondo mientras nos cuenta la anécdota de la canción.

Está claro que en el documental, o lo a mí me gusta llamar no-ficción, uno no está ahí todo el tiempo y tampoco va a filmar cualquier cosa. Uno va eligiendo y cuanto más sabe de antemano lo que va a suceder, mejor. Por más intuición que tengas y por más que la realidad te colabore, es todo muy incierto. Con respecto a la escena de cuando sale de la cárcel, sabíamos que era el último día, entonces eso ya de por sí tenía un significado importante. Se trata de alguien que si bien no está preso, está saliendo de una cárcel. Ahora, ahí hay una mezcla de cosas, porque sabemos eso pero nosotros no le damos ningún guión al protagonista. Él se inventa su propio texto, por decirlo de alguna manera, porque él se está representando a sí mismo. Todo lo que dice, todo lo que cuenta, es la vida. No le pedimos que hable de una cosa, ni nada, eso fue así. A él se le ocurrió lo de la canción. Y quedó porque nos gustó, evidentemente.

 

Con respecto a la cámara, notamos que vos dirigís pero no hacés la cámara.

No. Lamentablemente no.

 

¿Lamentablemente no?

Porque me gusta muchísimo el trabajo de cámara. Si pudiera lo haría, pero hubiera sido demasiado para mí. Era la productora y directora, de por sí un trabajo bastante arduo. Físicamente, la cámara es un trabajo duro. Sobre todo para las larguísimas jornadas de rodaje que hacemos. Me gusta mucho la parte formal, la parte fotográfica, pero tengo a alguien en este caso que lo hizo fantásticamente y con quien espero seguir trabajando.

 

¿Cómo le transmitiste tus intenciones?

La persona de cámara tiene que tener unas características muy especiales en este tipo de trabajo y que van mucho más allá de la técnica o estética. Tiene que estar parada de una cierta forma, incluso en el mundo, porque se mezcla de todo, como la relación que tenemos nosotros con los protagonistas, y digo nosotros porque la tiene sobre todo el camarógrafo que está ahí encima de ellos con la cámara, ese aparato que saben que está registrando todo, el ojo que los está observando,entonces ahí tiene que haber necesariamente una química. El camarógrafo tiene que haber entendido perfectamente cuál es la intención de lo que estamos contando. Cuando ves la película parece que era todo evidente, pero de repente estaban pasando cincuenta cosas al mismo tiempo y hay que tomar decenas de decisiones en milésimas de segundo: si quedarse en una escena, cuánto quedarse, si quedarse en una de las personas, cuánto tiempo, dejarlas salir del cuadro, qué plano hacer… Yo le voy dando instrucciones, pero hay momentos que no puedo, porque cuando se desata la realidad él tiene que tener todos los elementos como para decidir también solo, aunque yo esté al lado. Por ejemplo, antes de la impactante escena final nosotros habíamos hablado un par de cosas, pero después él tuvo que estar en las condiciones psicofísicas de registrar eso de la manera en que lo registró.

 

¿Cómo accedió Miguel cuando él en realidad estaba ocultando una parte de su vida?

No sé si te lo puedo responder adecuadamente. La idea le interesaba. Hay gente a la que le interesa aparecer en un documental. Él fue bastante rápido con eso. Me preguntó cómo sería el enfoque y ese tipo de cosas. En aquél momento le dije que me interesaba su vida como obrero que construía la cárcel, pero yo misma no sabía para donde iba. A él le pareció bien, le motivó, le pareció seguramente que su vida en todo ese contexto era una vida interesante, y seguramente lo era también. Él ya tenía consciencia de eso a pesar de que jamás ha hecho algo relacionado al cine. Él lo manifestó como con un cierto interés por la cultura en general, lo cual ya es un primer paso. Tenía también consciencia de que si él tenía que estar involucrado en uno de esos productos culturales que podría ser un documental entonces iba a colaborar en ese sentido. Yo intuyo que él, también inconscientemente en un primer momento, vio una posibilidad de blanquear su situación a través de esto que estaba iniciando.

 

¿Qué tan definido tenías, antes de empezar a filmar, qué querías lograr? ¿Tenías una clara idea de qué no hacer, por ejemplo?

 Sí, tenía la ambición –porque en aquel momento no era más que eso– de hacer una película que fuera documental, es decir, usando la realidad como materia prima, pero que se cuente sola, un poco como sucede en una ficción. Hay muchas en las que hay una voz en off que te explica lo que pasa. También en la ficción, en algunas de las mejores ficciones, está eso, que siempre me desconcierta profundamente. En los documentales es mucho más claro. El espectador casi que espera la voz en off. Yo quería salir de todo eso.

 

¿Cuáles definirías que son las claves para lograr esa construcción con la realidad?

 Muchísimo trabajo, estar muy presente en situaciones cotidianas pero significativas que hagan avanzar la historia de alguna manera. Siempre en un documental se llega a tener una cantidad de material de la cual la gran mayoría se descarta. Quedan después las escenas que van a servir a una intención. Tuve un corte de Preso en el que tenía algunas entrevistas, pero al final no quedaron. Creo que la clave es tener eso muy claro, y el material que se vaya filmando ponerlo un poco al servicio de la intención que uno tiene.

 

Lo que pasa con Preso es que la cámara es invisible en casi todo es momento. Es muy raro que los personajes terminen hablando o mirando a la cámara. Eso genera la sensación de que en algún momento te olvidás que estás viendo un documental.

 Claro, era la idea.

 

Además tiene esos momentos de transición, por ejemplo cuando el personaje está adentro de la cárcel pensando, que son más propios de la ficción.

 Buena parte de lo que pasa para que la película se vea como una ficción, aunque sea en situaciones documentales, está en el montaje. Él a veces se sentaba adentro de esas celdas para fumar. Cuando vi aquel cuadro, me pareció, imaginando un futuro montaje, que podía ser algo muy significativo. Se trataba como de rescatar situaciones que, con vistas al futuro montaje, pudieran tener un significado más allá del que tenían realmente. Eso siempre tiene que ver con la intención que le empezás a poner.

 

Se beneficia de un acercamiento flexible que admite estas incursiones un poco más de cine de ficción.

 Es que siempre he tenido como un drama bastante tremendo con esta división entre el documental y la ficción, qué es un documental, qué no es. Le digo no-ficción porque no me parece que es un documental, como se suele entender, algo informativo, explicativo. Casi que se ha establecido que el documental es algo que tiene que tener una moraleja política o social. Hay una tendencia al victimismo de los protagonistas. No en todos, por supuesto. Hay ejemplos muy buenos que no tienen nada que ver con eso, pero con todo aquello nunca me sentí identificada. No porque sean informativos, porque está muy bien que existan productos informativos, pero cuando no son historias de personas, y esas personas las veo un poco instrumentalizadas para transportar una ideología o algo así, no me cuadra. Quería alejarme lo más posible de eso. Y no hago ficción porque la realidad me parece increíblemente alucinante y riquísima, de historias infinitas. Tiene otras dificultades hacer este tipo de trabajo. Te diría que esto fue muy difícil. Muy satisfactorio pero muy difícil. Me pareció como una buena opción para contar una historia que fuera real pero que al mismo tiempo no fuera adoctrinante de algo que transportara una moral.

En ese sentido la película es más que admirable, porque se enfrenta a un montón de situaciones pero logra mirarlas con ternura y a su vez con cierta distancia.

 Yo creo que las películas sinceramente deben ser así, porque estoy convencida de que lo más grande es lo que pasa en la cabeza del espectador.

 

Vemos lo que sucede en la superficie, pero todo lo que significa, para él, para nosotros, para la película o para vos, no queda expuesto en una síntesis.

Eso es totalmente voluntario. Me interesa que el espectador pase un rato interesante, en lo posible ameno, que las imágenes sean lindas y que haya buena música, pero lo que más me interesa es generar pensamiento. Es que no tengo la verdad. A lo mejor una opinión. A mí siempre me parece muy arrogante cuando veo estas verdades en ciertos documentales, “mirá que malo que es este”, “mirá este pobre infeliz lo que le están haciendo”. Me parece que es como de otro ámbito, no del ámbito del arte. El arte no está para dar verdades sucintas, sino para que cada persona la busque. Sí lo que quiero y creo más o menos haber hecho es dar elementos, todos los elementos posibles como para que cada persona busque cual es la verdad suya en relación a ese relato.

 

Con respecto a la música, ¿estaba pensado de antemano el uso de sonidos de la construcción en la banda sonora?

Sí, totalmente, desde el día uno. Podría haber hecho una película entera de la construcción de la cárcel porque aquello era fascinante, pero uno de los elementos que rescaté enseguida eran los sonidos de ese lugar. La idea era incluirlos en la música, y por eso se registraron para construir una especie de biblioteca de sonidos, no solo para reconstruir bien en la postproducción lo que era el ambiente sonoro de aquel lugar, sino también para que aquello formara parte de la música, tanto en la canción que está listada en los créditos como en el tema electrónico que se escucha en la mitad de la película.

 

¿Cuándo te propusiste hacer una canción para la película?

Uno de los motivos fue que en la escena donde los hijos de Miguel están jugando habían puesto una canción muy conocida, que no me gustaba, y que de todas maneras había que taparla. No hay mal que por bien no venga. Dijimos: «vamos a tapar esto con una canción nuestra que tenga algo que ver con la película». Yo escribí esa letra y los músicos la adaptaron para cantarla.

 

Como recurso narrativo funciona muy bien porque habla sobre el personaje.

 Tapar la otra canción con algo instrumental era extraño. Ahí tomé esa decisión arriesgada pero al final me gustó. Me han criticado, pero bueno.

 

¿En qué consistieron las críticas?

 Que es algo de ficción. Es muy intencional señalar al protagonista a través de la canción. Entiendo que es cuestionable, pero a mí me pareció una buena decisión.

 

¿Válida entre las opciones de la no-ficción?

Yo no firmé ningún compromiso con nadie, que lo que tenía que contar iba a ser de una manera específica. ¿Qué es la realidad? Una película nunca es la realidad, es otra cosa. Lo que quizás a mí me pueda inquietar hasta cierto punto es que no sea un disparate, que mantenga mucho de lo auténtico, pero autenticidad y realidad son dos cosas totalmente distintas. ¿Por qué algo es más fidedigno? ¿Porque hay larguísimas entrevistas y la cámara no se mueve? Yo estoy convencida de que hagas lo que hagas, siempre hay un autor. Si ya di ese paso, de ser el autor de una película, lo voy a hacer con total propiedad. Lo de la canción es quizás lo que está más al borde la ficción pero yo te estoy contando esa historia de Miguel y todo lo que le pasa. Yo y mi equipo, evidentemente, pero en definitiva hay un autor que toma las decisiones, que hace la primer propuesta, etc.

Lo que genera la canción, más que una impresión de que está bien o mal, es un cuestionamiento, qué es lo que vos querías…

 Decidimos poner la canción, tanto en la tienda como cuando pasa el coche, para hacerle notar a la audiencia que el teléfono se había ganado un lugar por sí mismo. En la película aparece comprimido porque dura una hora y media, pero Miguel estaba todo el tiempo así, lo llamaban, llamaba, mandaba mensajes. Entonces me pareció legítimo. Esa es la palabra. El problema es si un recurso así es legítimo o introduce algo totalmente ajeno a la historia. No era algo ajeno a la historia porque describía lo que estaba pasando.

 

¿Qué es de Miguel ahora?

Sigue en Artigas. Creo que está muy bien. Nos hemos visto muchísimas veces porque la película se pre-estrenó en Montevideo y ellos vinieron. Después se exhibió en Artigas y ahí fue la familia de Artigas. Luego se exhibió en Rivera. Ahí vinieron todos los de Rivera, se tuvo que ir gente porque no entraban en la sala. Él está disfrutando mucho de todo esto. Para mí eso es una alegría inmensa. Él se ha podido identificar con nuestra historia y al parecer los demás también. Todos me han dicho que la película les gusta.

 

¿Para vos eso es importante?

Bueno, hay un compromiso ahí, porque evidentemente mi objetivo que a mí me parezca válida, a mí como autor. Si además tiene el efecto de que ellos se identifiquen, es una alegría. Además me sorprende porque es bastante cruda con ellos. Hay momentos de cariño, pero…

 

Lo que la hace más noble es esa distancia tierna que mantiene. Por más que no tengas tapujos para mostrar como Miguel regaña al hijo, no muestra explícitamente la pelea, y eso es un gesto de distancia respetuosa y tierna.

 En ese caso me pareció que quedaba contado así y en particular me gustó combinarlo con el llanto de la hija porque le tiraban del pelo, cosa que surgió en el montaje. En realidad la hija está llorando porque le tiran del pelo, pero está llorando y los otros están dando golpes y gritando. Es lo que en definitiva lo que queríamos contar a esa altura de la película.

 

Más allá de la analogía de la cárcel con su vida, ¿qué efecto pensás que puede tener en el espectador esto de mostrar la relación del hombre con el trabajo, que se muestre tanto del trabajo que hace el personaje?

 Estaba el hecho concreto de que él estaba todo el tiempo trabajando y también, desde un punto de vista un poco simbólico, que todos construimos nuestras circunstancias dentro de lo que podemos, que está en nuestras manos. Una característica de Miguel que me gustaba mucho era una persona proactiva.

 

Se nota eso cuando le dicen «va a ser eterna la casa» y él contesta «mi padre construyó una casa que todavía está en pie».

 En una de las primeras entrevistas que hicimos, Miguel me contó una historia que me pareció tremendamente conmovedora y que además tenía que ver con lo que yo estaba buscando al principio. Me contó como él y sus diez hermanos vivían en una casa de barro que su padre había construido y donde él había crecido. Lo contaba con una calidez y un cariño por ese espacio, que me tocó en una fibra muy adentro. Él se sentía vinculado a ese espacio que era esa casa de barro que había hecho su padre. Un vínculo con la tierra, con su lugar.

 

Preguntas genéricas. ¿Referencias concretas que para ti sean significativas?

 Yo intento alejarme de cualquier otra cosa. Seguramente no lo logro, porque todos estamos todo el tiempo sometidos a cualquier tipo de influencias.

 

Si tuvieses que decir directores que te gusten…

 En el documental hay un director que me gusta –no lo venero y hago algo totalmente distinto– que es Herzog. Cuando te metés en proyectos como este a veces evitás ver cosas porque la cabeza se te desborda un poco. Ver cosas que no te motivan. Me he peleado con mucha gente porque les digo que no veo las últimas películas uruguayas, pero no es por mala onda sino porque a veces estoy totalmente concentrada en lo que estoy haciendo.

 

¿Películas uruguayas que te gusten?

 De los cineastas uruguayos sí hay uno que probablemente pueda nombrar, que es Mario Handler, pero creo hago algo diferente.

 

¿Por qué pensás que hacés películas?

 En un sentido general, porque tengo algo para decir. Algo para aportar al mundo. ¿Por qué a través de películas y no a través de otro medio? Porque encontré en las películas que son lo suficientemente complejas la forma de abordar decenas de asuntos que a mí me preocupan y sobre los que creo es válido y vale la pena poner el ojo. Observar la realidad de una cierta manera. Podría escribir también, pero como me gusta mucho lo visual, el sonido, la escritura se me hace muy solitaria, muy limitante en ese sentido. En el audiovisual encuentro todos los elementos que prácticamente me interesan. La narración, el color, la forma, la luz, la música. Son todos temas que en algún momento de mi vida me han interesado en forma individual. Últimamente lo que más me interesa es la narración, cómo contar, la dramaturgia. Me interesa mucho la realidad de las personas. Son muchas cosas y el cine las engloba todas.

 

Acabás de ganar en un festival de nuevos realizadores. ¿Qué le sugerirías a los cineastas que todavía no hicieron su primera película?

Primero saber por qué querés hacer esto, porque es muy duro. Creo que te tiene que gustar mucho, tenés que creer mucho en lo que hacés. Te pide muchísimo, un gran compromiso personal. Tenés que saber si estás dispuesto a hacerlo. A veces me parece que los nuevos realizadores o las personas muy jóvenes ven esto como más desde afuera y después entran. Es algo interno, es algo que está dentro tuyo y que nace desde esa necesidad de contar algo, desde la convicción de que tenés algo para contar. Tenés que quererlo con muchas ganas. También tiene que ver con el pensamiento, algo que nunca se menciona en las entrevistas. Es importante en todo esto la financiación, la producción, todo aquello, pero más esencialmente tu reflexión sobre las cosas, sobre lo que querés contar. Para tener algo que querés contar primero creo que estás obligado a reflexionar sobre la realidad que te rodea, lo que te tocó vivir, una infinidad de cosas.

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2 comentarios

  • panko dice:

    Pregunta: ¿A Miguel le pagaron por ser parte de esta no ficción?

    • Juan Andrés Belo dice:

      Querido «panko», muchas gracias por tu lectura siempre atenta. Extendimos tu pregunta a la directora. Contestó: «No, no le pagamos». Saludos.

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