SUSPIRIA / EL VICEPRESIDENTE / MRS. HYDE / CHAVELA / ROMA / GREEN BOOK

Lo que vimos en salas

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Suspiria (2018)

Supuestamente el 28 de febrero se estrena Suspiria en Uruguay. Supuestamente, porque la fecha de estreno ya cambió un par de veces. En ese momento sacaremos una crítica más exhaustiva (promesa de scout). Por el momento, solo podemos decir que la nueva película de Luca Guadagnino se perfila como el exponente más acabado de cine de anti terror, una especie de subgenero inaugurado por Stanley Kubrick en El Resplandor (1980), y que podría resumirse en cómo alguien foraneo al cine de miedo decide darle una patina de lustre y gloria a lo que ellos consideran infecto, como una especie de gesto teatral en plan: “YO EL AUTOR VENGO A DIGNIFICARLOS, QUERIDOS SERES INFERIORES, AMANTES DE LA SANGRE Y LAS TRIPAS, Y LOS COLORES SATURADOS”. Por supuesto, nunca lo logran. La remake de la mítica película de Dario Argento trae a colación básicamente toda la historia política de Alemania hasta mediados del Siglo XX para de hecho no tomar ninguna posición. ¿Las brujas son la Baader Meinhof? Y sí es así, ¿de que lado están los responsables de esto? Los nombres de Fassbinder y Zulawski han sido traídos a colación como referentes. No puedo dejar de pensar que cada mención es como alguien bailoteando en sus tumbas. (FL)

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El Vicepresidente (2018)

Nos debemos la crítica. La vimos pocos de la redacción y no hubo discusión ninguna. La gente que sigo en Letterboxd le da por la cabeza, en especial David Jenkins, a quien admiro como editor de LWLies y que la mató con una estrellita y media y un nefasto: «HE to McKay: go back to the fart movies. Leave this stuff to Sokurov» (Che, McKay: volvé a las películas de pedos. Dejá este tipo de cosas a Sokurov). A mí me pareció una gran película. Es desprolija y tiene un tono cambiante, medio amorfo, pero creo que no pierde nunca el hilo. Humaniza a seres siniestros, les otorga matices sin hipotecar por eso la ironía, el sentido del humor y la denuncia… Escenifica las consecuencias de la teoría de «unidad ejecutiva» de Chaney (que otorga poderes desmesurados al Ejecutivo nortamericano) a fuerza de montaje (una decisión de desayuno – corte – bombas en alguna granja de medio oriente), retrata la política sin creencias como una especie de agujero negro que no apunta a ningún lado y que funciona como una especie de narcótico de poder. Me dejó un resabio de perplejidad importante. Y es mi favorita de los Oscars, por ahora. (JAB)

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Mrs. Hyde (2017)

La amé. Es de esas películas que, de tan buenas, una no sabe mucho qué decir ni con qué empezar para recomendarla. Podría decirles que es la interpretación francesa y post-moderna de la novela de Stevenson. O que Isabelle Huppert encarna (sí, me atrevo a decirlo) una de sus mejores interpretaciones. También está Romain Duris cuyo personaje es tan hermoso como desagradable. Y creo que ahí está la clave de la película: es todos los opuestos al mismo tiempo. Hermosa y horrenda, sutil y grotesca, simple y compleja. El mundo es bizarro y los personajes que habitan en él aún más. Aparte, es una de esas películas que te hace reír al hacerte sentir incómodo. Ya no está en cartelera, pero encuentrenla de alguna manera, porque, a riesgo de ser cursi, ver Mrs. Hyde es como conocer a alguien nuevo que, por alguna razón, sentís que conociste de toda la vida. (AP)

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Chavela (2017)

Chavela Vargas es la cantante mexicana que toca rancheras tradicionales y que se convirtió en algún momento en símbolo de lo romántico, del amor trágico y de la liberación sexual durante los años en que estaba más reprimido. Por supuesto, Frida Kahlo y Pedro Almodóvar son personajes que forman parte de este “mundo chavela”, como representantes de lo marica y del empoderamiento, quizá hoy desde un lugar tan obvio que como íconos han perdido fuerza al ser sistemáticamente absorbidos. Pero Chavela, que para estos rincones significa poco -porque el melodrama nos es un poco ajeno a nosotros, los rioplatenses, tan racionales-, es alguien que merece ser descubierta si alguno aún no lo ha hecho. Es valioso el acercamiento a este documental dirigido por Catherine Gund y Daresha Kyi, extenso en material de archivo y en testimonios, que logra conformar un retrato profundo sobre la primer mujer popular que cantó canciones de amor a otras mujeres. (AF)

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Roma (2018)

Si bien se puede ver en Netflix, sería un insulto a la historia del cine no ver Roma en la gran pantalla. La película, que no para de ganar premios a nivel mundial, es de lo mejor que vi en lo que va de la década. Alfonso Cuarón logra generar empatía en el espectador con este relato íntimo de una empleada doméstica en el México de los ’70. La película está hecha en blanco y negro, algo que enaltece la hermosa fotografía también realizada por Cuarón. Si tuviera que relacionarla a alguna corriente histórica del cine, sin dudas sería el neorrealismo italiano. Al menos eso sentí al ver la película, era volver a De Sica, a Visconti y a todos esos grandes maestros. Era encontrar el arte en lo mundano, la belleza en el día a día, sin dejar de lado la crítica social y política. Y Roma se ha vuelto eso: una crítica a la realidad actual. Si el neorrealismo atacaba a Mussolini, esta obra ataca al gobierno de Donald Trump. No en su narrativa, no de forma simbólica, sino a nivel de lo que genera y del discurso que pregona Cuarón en todas sus apariciones públicas. La película sigue en la cartelera de Cinemateca. (HC)

Green Book: Una amistad sin fronteras (2018)

Celebrada en varios frentes pero aun así divisiva debido a su tono ligero y ciertos detalles de la dinámica racial, la película de Peter Farrelly se desenvuelve con el swing y la elegancia del universo musical que lo ocupa, sin duda uno de los mejores logros del año. Mahershala Ali interpreta a Don Shirley, un brillante pianista y compositor afroamericano de jazz con raíces y tendencias clásicas que debe ir de gira por Estados Unidos en los años sesentas. Persuadido por diversas recomendaciones, Don contrata a Tony (Viggo Mortensen), un portero de bar recientemente desempleado, para que sea su chófer. Como el tour incluye ciudades de los estados centro-occidentales y sureños del país (the Deep South, zona que fue dependiente de la esclavitud antes de su abolición), el sello discográfico del pianista lo provee con el llamado Green Book –nombre completo: The Negro Motorist Green Book (Libro verde para el negro motorista)–, una guía publicada de 1936 a 1966 por Victor Hugo Green que listaba lugares como restoranes y hoteles al menos un poco simpatizantes con los viajeros de raza negra. Peter Farrelly, que con su hermano Bobby Farrelly comenzó dirigiendo comedias como Tonto y retonto (1994), Loco por Mary (1998) e Irene, yo y mi otro yo (2000), realiza su última película con suma precisión formal y sobriedad dramática, la que, tal como un arreglo harmónicamente rico de un standard de jazz, progresa siempre a ritmo y con estilo sin pararse en una emoción de cualidad muy definida. A veces criticada por esta fresca soltura y atmósfera que tiran más hacia lo alegre (como si lo sombrío fuera sinónimo de seriedad temática), la película ha tenido sus grandes defensores, entre ellos Steven Spielberg, quien dijo que era su filme de dúo favorito desde Butch Cassidy (1969). (FC)

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