EL EJEMPLO DE RONALD MELZER

A cuatro años de su muerte

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El pasado sábado 24 de Junio se cumplieron cuatro años de la muerte de Ronald Melzer (1956-2013). No queremos seguir repitiendo lo que ya dijimos en el momento de su partida, o en el homenaje que le hicimos en nuestro Nº3, pero creemos que es justo seguir recordándolo. No sólo porque esta revista y el espíritu con el que la hacemos le debe mucho a lo que nos enseñó. Tampoco porque sigamos yendo casi todos los domingos al videoclub que fundó en 1987, que hoy permanece abierto en el edificio de Cinemateca Pocitos, donde también están las oficinas de su distribuidora, BuenCine, que continúa su socio, Gabriel Massa.

Hay razones más vigentes. La primera y la más importante, por supuesto, son las películas. Hace algunos años, poco después del estreno de Los Enemigos del Dolor (2014) y antes del de Las Toninas Van al Este (2016), Pablo Stoll lamentaba en una charla de café la partida de Ronnie porque, decía, a él le hubiese gustado mucho ver este momento del cine uruguayo. No sólo le hubiese gustado verlo, es posible que lo hubiese distribuido y/o criticado. Y también es posible que, acompañados por su reflexión, más personas se hubiesen acercado a estas películas -o a él, para discutirlas y tratar de comprenderlas. El cine uruguayo está más lejos de su público desde que no está Ronnie.

No muchos lo saben o recuerdan, pero el proyecto estatal de construir un circuito para la exhibición de cine nacional y latinoamericano en nuestro país, tiene un triste precedente y es el esfuerzo particular de Ronnie por exhibir ese mismo cine en una sala céntrica. Su objetivo de reflotar el Cine Libertad en el 2008 duró poco y tuvo un nulo respaldo de los mismos gobernantes que hoy se golpean el pecho con la apertura de la sala chica en el Auditorio Nelly Goitiño y el ensamblado del circuito de exhibición de la Red de Salas del MERCOSUR, con sede montevideana en la Sala Zitarrosa. Reconoció que el suyo fue un esfuerzo a destiempo, y dijo que apoyaba los nuevos emprendimientos estatales. Determinismo nomenclator, sería un gesto noble revisar el nombre de esta nueva sala «B» del SODRE, brindando homenaje a quien lo hiciera antes, sin apoyo público y corriendo más riesgos.

En el VIC, muchas veces, Ronnie nos amenazaba con cerrar el video y alquilar el local. Decía que daba pérdida y que haría más dinero alquilando el local en esa zona cotizada. Es posible que fuera verdad, pero nunca creímos que fuese a hacerlo: no era por dinero que Ronnie mantenía el videoclub, y lo sabíamos. Detrás de sus emprendimientos había un impulso difícil de precisar, una vocación por emprender y aportar valor a la cultura, que no estaba determinada sólo por el beneficio económico, aunque él quisiera hacernos creer lo contrario. Es posible que nos estemos repitiendo, pero su mayor enseñanza fue la de una ética laboral que, ahora entendemos, es fundamental para sostener proyectos culturales independientes en este país de esfuerzos aislados, truncos y aplastados por un Estado acaparador. Una ética laboral que Ronnie siempre predicó con el ejemplo.

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