LAPPADO Y GANZ: «ES TRISTE, PERO LA SERIE ES UN POCO TRISTE TAMBIÉN»

Entrevista a los creadores de El Mundo de Los Videos

El Mundo de los Videos es la nueva serie de los creadores de REC (2013), la cual se exhibirá el viernes en el Festival Detour (en la Sala Hector Tosar del Auditorio Nelly Goitiño), y cuyo estreno será por TV Ciudad el domingo a la noche. Conversamos con los directores, Rodrigo Lappado y Matías Ganz, acerca de la serie que trata sobre Willy, Jaime y Héctor: los empleados del último videoclub de Montevideo. Luego del estreno por TV Ciudad, los capítulos estarán disponibles en YouTube.

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¿Cuál es su vínculo afectivo con el videoclub?

RL: De niño, era un lugar muy importante para mí. Mi salida favorita era ir al video a alquilar películas. Lo tuve muy presente durante toda mi infancia y adolescencia. Después más adelante estuvimos bastante vinculados al Video Imagen Club (VIC), porque Ronald Melzer fue el productor de nuestra serie anterior REC. Teníamos reuniones de trabajo con Ronnie mientras él atendía el video.

MG: A veces las reuniones eran en el mostrador mismo.

RL: Le preguntábamos qué teníamos que hacer con la serie mientras él recomendaba películas a clientes.

MG: Es más, en general éramos nosotros los que tratábamos de hablar de trabajo y él estaba en otra. Lo que pasa que era su trabajo también y lo que más le gustaba: hablar de películas.

¿Hasta qué punto los personajes de la serie están inspirados por el VIC?

RL: Es un punto de partida.

MG: Agarramos ciertos estereotipos de lo que veíamos ahí, pero después no tienen nada que ver. Estereotipos en el sentido que en el VIC había uno que repartía videos en la moto y le gustaba hacer chistes, entonces pusimos a un personaje que hace eso. Pero no va en relación a las personalidades.

RL: Son cosas muy puntuales que vimos que podían funcionar para el lado de la comedia. También tratamos de pensar en la relación de trabajo que se daba entre los empleados, que terminan pareciendo un matrimonio. Son discusiones de la vida privada de cada uno de ellos que en realidad ocurre en casi cualquier negocio. Lo vimos ahí, nos pareció interesante pero después es probable que los personajes se parezcan muy poco a las personas que nos inspiraron en su momento.

MG: También quisimos, conscientemente, distanciar nuestro videoclub del VIC. Que el dueño no sea Ronnie y que los que atienden no sean ellos.

RL: Además quisimos llevarlo a un video más popular. Más de barrio, no un lugar donde la gente va a sacar cine de autor o clásico.

En eso pensaba cuando veía los afiches que decidieron poner en el videoclub: La noche del demonio (2010), Spanglish (2004). ¿Por qué esas películas y no otras?

MG: Es que nos propusimos que no fuera una serie cinéfila, porque ya de por sí tiene algo de cinéfilo. Agarramos afiches de películas de videoclubes de barrio o esos que el VIC no pone.

RL: Tipo Malas Enseñanzas (2011) con Cameron Díaz.

MG: Porque esas también son películas.

RL: Lo que nos parecía es que el videoclub al que la mayor parte de la gente iba tenía un enfoque de blockbuster, para películas más comerciales. Por otro lado, si estás viendo una serie en el que todo el tiempo están hablando de películas que no conoces te genera un distanciamiento más que acercarte.

MG: Se nos volvía un poco snob también. Tratamos, ya que íbamos a hacer algo de cinéfilos, de sacarle todo lo más de culto que pudimos.

¿Cómo armaron el local?

MG: El local era un mini mercado. Eso fue un gran hallazgo de producción. Gonzalo Delgado y Alejandro Castiglioni, que son los directores de arte, ya nos habían dicho que era mejor armar un video de cero que usar un video ya establecido. Porque si usábamos uno existente íbamos a tener un problema grande en interferir con el negocio que todavía tienen, y no íbamos a poder filmar doce horas todos los días. Y además íbamos a depender del espacio que ya estaba. Por ejemplo, el video que construimos tiene un espacio ridículamente grande atrás de la barra. Eso servía porque entran tres personas, y tenés mucho tiro de cámara.

RL: Estuvo buenísima la posibilidad de diseñar el espacio, que estuvo en manos de Gonzalo. Así pudimos tener muchos fondos y espacios distintos detrás de la barra, porque gran parte de la serie ocurre allí. Si vos ves y siempre es el mismo fondo termina siendo un embole.

MG: Algo que no se nota mucho en la serie pero a nosotros nos ayudó para trabajar, es que al tener la barra en forma de L podíamos delimitar sectores para cada personaje. Entonces cada espacio lo pensábamos como “éste es el lugar de Héctor, éste el de Jaime”, y así. Siempre te sirve encontrar lógicas internas.

Por otra parte, el espacio nos ayudó mucho en tema de foto. Damián Vicente, el fotógrafo, puso una parrilla de tubos de luces. En la práctica, nos quedó como un estudio porque no había que desplazar mucho la iluminación. Es una locación real y es un estudio al mismo tiempo.

Las cajitas de los DVD y los afiches las conseguimos de videoclubes que cerraron. Es triste, pero la serie es un poco triste también. Si buscas en Mercado Libre hay gente que vende todo. En nuestro caso alquilamos. Justo cerró el Blockbuster de Malvín cuando estábamos filmando y nos dieron muchas cosas. Las que sí hicieron de cero son las que le dan a los clientes. Había jornadas de poner papeles en cajitas, y llenarlas a mano.

¿Usaron mucha iluminación?

MG: Se utilizó mucha luz natural.

RL: Y Damián uso los paneles y los tubos para complementar la luz natural. Hay un trabajo muy fuerte de la foto pero que no se nota en la serie, lo cual era el objetivo. Generar otro tipo de fotografía era ir en contra de la estética de falso documental.

MG: En el único lugar donde la foto es más extraña es en el bar coreano. Damián cayó el día del rodaje diciendo que se había visto como tres películas de Wong Kar Wai el día anterior, dijo “¡ya sé cómo iluminar este lugar! Dame un foco y humo”.

RL: Estaba copadísimo con la máquina de humo, aunque tenía miedo de pasarse y que no se viera nada. Pero quedó muy bien.

MG: Ese lugar tampoco era un lugar preexistente.

¿Cómo fue para ustedes desarmar el videoclub?

MG: No estuvimos.

RL: Estuvo mucho tiempo el cartel de El mundo de los videos. Creo que ya lo sacaron. En su momento nos dijeron que iban a hacer un bar ahí, pero creo que al final no.

¿El cartel cómo lo pensaron?

RL: El diseño fue un logo que hicieron Gonzalo y Maggie Domínguez, la diseñadora de la serie. Entre los dos hicieron un boceto, y eso lo reinterpretó un pintor que hace carteles y marquesinas. Lo pintó y lo lijaron un poco para que no quedara como algo super nuevo. El mismo pintor fue el que hizo los carteles de las ventanas, y los que señalan las secciones del video por género.

En comparación con REC, ¿cómo fue la producción de esta serie?

MG: Fue más complejo. Por lo pronto tuvimos que armar un videoclub de cero, mientras en REC nos metimos a filmar en una casa.

RL: Sí pero en REC costó pila conseguir la casa. La locación apareció medio a que último momento, mientras que el videoclub lo encontramos en una fecha bastante razonable. Cuando apareció el videoclub fue tremendo alivio.

MG: Fue una producción más grande y más cara que REC, pero conseguimos más plata. Para el rodaje de REC teníamos un fondo solo, mientras que acá teníamos dos: el FONA y el Montevideo Filma.

RL: Por otro lado, en REC teníamos muchos actores adolescentes, lo que nos llevó muchísimo tiempo de casting. Nos tomó un año antes de entrar en preproducción. En El Mundo de los Videos hay un montón de figurantes, pero los protagónicos ya los teníamos más definidos.

¿Cómo es el proceso de casting?

MG: Hay cosas que estás buscando en el personaje, y yo creo que buscas una persona que las pueda interpretar naturalmente si no las tiene o que las tenga. Algo más bressionano, que elegía gente que tuviera el aurea de su personaje. O actores que puedan imitar eso que estás buscando. Con Néstor Guzzini y Roberto Suárez nos pasó que escribimos los personajes pensando en ellos. A Néstor ya lo conocíamos, a Roberto no. Y los otros dos personajes, Willy y Jaime, los escribimos con referencias pero no pensando en un actor particular. Jaime lo pensábamos como un tipo torpe, que no se supiera mover, callado, para adentro. Y Willy todo lo opuesto: un gritón desesperado. Cuando casteamos para Willy le pedíamos que llegara a ese tono, porque era lo más difícil. Y para Jaime al revés, veíamos qué era lo que podía expresar sin decir nada. Así conseguimos a Gabriel Bauer y a Diego Bello. Justo son dos personas que no están habituadas al cine.

RL: Diego nunca había trabajado en una ficción audiovisual. Es un personaje muy conocido en el carnaval. Fue máxima figura de carnaval un par de años, y ganó premios con murgas. También hacía stand-ups. Esto era bastante diferente a lo que él estaba acostumbrado a hacer.

Es curioso que justo fuera del carnaval, siendo el que interpreta el personaje más introvertido.

RL: Cuando lo vimos hacer stand-up lo vimos en un registro menos histriónico que en el del carnaval. En ambos lugares él se ciñe mucho al texto, y nosotros en la serie le sacamos un poco esa arma. Pero lo laburó un montón y lo que quedó está muy bueno.

MG: En el caso de Diego él no tiene nada que ver con el personaje.

RL: Tiene algo tímido, pero es como ese actor tímido que después cuando se prenden las luces es otra persona. Suponemos que en algún punto Diego tenía algo para conectar con el personaje, lo cual es importante: que cada actor pueda encontrar algo en común con el personaje que interpreta.

MG: Ese es tu trabajo como director, ¿no? Conseguir esa conexión.

RL: También el actor te lleva al personaje para un lado que, tal vez, no era el que originalmente habías pensado. Eso está buenísimo y hay que estar abierto. Néstor hizo que su personaje fuera mucho más tierno de lo que nosotros habíamos escrito. Es mejor.

¿Qué grado hay de improvisación en las escenas?

RL: No mucho. La improvisación surgía más bien en los ensayos, y lo que sucedía allí veíamos como integrarlo a la escena que había que filmar.

MG: No se improvisó mucho. Néstor y Roberto son lo que más improvisan.

RL: Nosotros teníamos que ver qué tanto calzaba lo que ellos proponían.

MG: En general, las miradas a cámara y comentarios puntuales están pensados. El guión está pensado para que parezca natural.

¿Qué referencias tomaron?

RL: Una referencia de falso documental es The Office (2005-2013), tanto la americana como la inglesa. Después de eso surgieron un montón de series que copiaron el estilo de falso documental, y se generó como un formato propio que parece más un documental televisivo.

MG: Sí, se volvió casi como un Gran Hermano con muchas cámaras en el lugar.

RL: Nosotros tratamos de sacarle esa cosa televisiva e irnos a un lugar más de documental cinematográfico.

La cámara es un personaje también.

RL: Fue un tema ver hasta donde decidíamos poner a la cámara como personaje, y hasta donde sugerirlo. Pensamos que en un documental de cine directo los realizadores no quieren que la cámara sea tan evidente. En ese sentido, fuimos sacando cosas que habíamos filmado y no quedó tanta interacción con la cámara.

MG: Otras referencias fueron las películas de los hermanos Maysles: Salesman (1969), Grey Gardens (1975). Después hay un falso documental belga que se llama Man Bites Dog (1992), dónde una cámara que sigue a un asesino, y en un momento lo empiezan a ayudar a matar gente. Después para el tono de humor, la referencia fue la serie Louie (2010) de Louie CK. Es como del formato Seinfeld (1989-1998), pero más ficcionada y no tan sitcom. Nosotros quisimos emular cómo él mezcla la comedia con situaciones muy dramáticas y tristes. Tiene episodios que directamente son una patada en el pecho. Otra cosa que hace es que se va mucho del tono natural. Por ejemplo, está en una cita con una chica y de repente ella no quiere más nada, sale y se va en un helicóptero. Nosotros no hicimos eso tan metafórico o surrealista, pero también tratamos de usar el falso documental para que entraras en el código natural y ahí poner cosas más fantasiosas. Muertes o cosas más extraordinarias.

RL: Estás viendo el día a día de un videoclub pero también pasan cosas más raras. Eso se da también porque estás viendo la vida de un hombre desesperado, y una intención desesperada lleva a que sucedan cosas absurdas.

¿Qué les gusta del formato serie?

RL: Para mí te permite conectar mucho más con los personajes. Podes verlos en más situaciones y pasar por distintos estados a lo largo de cada capítulo. Es interesante la relación que uno, como espectador, genera con los personajes cuando ve una serie.

¿Cómo ven que va creciendo la producción de series?

RL: Yo creo que pasó que tomó mayor libertad. Antes estaba muy atada a las cadenas de televisión, y ahora hay gente que quiere hacer una obra y no llenar una grilla de un canal. Se dispararon las posibilidades de lo que vos podes hacer como realizador. Es más un formato de ficción episódica que series de televisión tradicionales. Creo que va a seguir creciendo.

MG: Recién ahora salen series en las que los episodios no duran lo mismo. Es una tontería pero si te pones a pensar no tiene sentido ese requisito temporal. Viene de una lógica comercial, y condiciona mucho las historias que querés contar. Internet ayuda mucho porque no hay tanda que llenar. La última temporada de Master of None (2015) hay capítulos que duran una hora y otros duran media.

Leí una entrevista que Micaela Domínguez les hizo para la diaria cuando estaban filmando El Mundo de los Videos, en la que contaban que el fondo del ICAU pone un requisito que las series tienen que contar con nueve capítulos. Con REC tuvieron que cumplir con eso, ¿esta vez les pasó?

MG: No porque con esta serie ganamos el FONA, que es para películas. Con este fondo no viene alguien a decirte “tu guión tenía 85 páginas y ahora hiciste 110 minutos”. Si la película quedó bien o mal, no van a venir a decirte nada. Ese es un requisito que a nosotros nos registre mucho a nivel de producción y narración. Ahora no sólo son nueve capítulos, sino que con SeriesUy te exigen diez. Y la plata que te dan no da para hacer eso que te proponen. Con una película, podes complementar con otros fondos de la región. Con una serie no. La única forma de ayudar al que la está haciendo y para diversificar las narraciones es no poner ese tipo de requisitos. Por ejemplo, nosotros elegimos el género falso documental también en relación a la plata. Pero en un momento te aburrís de que la narrativa esté supeditada al hecho de que no tenes plata. Querés probar hacer otra cosa y no podes.

RL: Es mucho mejor tener una buena serie de pocos capítulos que resignar un montón de cosas para llegar a determinados minutos.

MG: En la BBC una temporada promedio dura seis capítulos, no diez. ¿Es mejor hacer una serie de tres capítulos bien, o una de diez donde tuviste que pichulear la plata? No te cuesta nada permitir esa libertad. REC no hubiera tenido nueve capítulos sin ese requisito.

RL: Lo que pasa que el fondo del ICAU surgió muy de la mano de TNU, y para ellos es importante llenar la pantalla.

MG: Es que llenar pantalla por llenarla es polémico también, porque ¿qué contenidos vas a generar bajo ese criterio? Porque además el ICAU también pretende que las cosas salgan afuera y les vaya bien, pero si están mal hechas no tiene sentido. La única posibilidad de generar eso es que las cosas se produzcan bien.

¿Hay algo del rodaje o la producción que hoy hubieran hecho diferente?

MG: Tuvimos todo un tema con un capítulo.

RL: Sí, pero fue más de guión que de rodaje. Tuvimos que eliminar un capítulo entero porque veníamos arrastrando un problema desde la escritura. Íbamos corrigiendo pero con parches en vez de solucionarlo de raíz. Algunas escenas quedaron muy bien pero como capítulo no funcionaba.

MG: Fue una lástima, porque algunas cosas nos gustaban mucho. Pero no llegábamos bien a las escenas que nos gustaban. Y no es suficiente con tener una escena que esté buena, sino que tenés que construir un camino hacia eso.

RL: Sí, además es una pena todo el trabajo que la gente puso, los que fueron a actuar, y después no aparecen en la serie.

MG: En el rodaje se trabajó bastante bien.

RL: Si hubiéramos tenido más tiempo, habríamos hecho más planos en algunas escenas. Pero ya sabíamos el tiempo que teníamos, y eso también hizo que el rodaje fuera más divertido.

¿Proyectos a futuro?

RL: Empezamos a escribir una serie con la que ganamos un Fondo de Desarrollo. Se llama El Matadero, es una serie policial que ocurre en Fray Bentos. Y Matías tiene una película.

MG: Sí, que la filmamos el año que viene. Hay cosas para hacer.

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