CARLOS CONTI: PERSONAJES DIGNOS DE CONTAR SU HISTORIA

Entrevista al realizador de Agridulce.

Carlos Conti y Dulce Polly en la rambla. Foto por Karen Demirdjian

La escena se repite varias veces a lo largo de Agridulce, el nuevo documental de Carlos Conti (Montevideo 1974) después de Michelle te hace la cabeza (2011) y Todos somos hijos (2015): Dulce Polly camina hacía algún boliche, ya totalmente draggeada, arrastrando su valija y vociferando de forma histriónica a su alrededor. Lo que suele suceder también se repite: Luis Magallanes, la persona detrás del personaje, después de la fiesta, ya en su casa, solo y triste. El grado de intimidad que Conti adquiere con Luis/Polly llega a momentos de incomodidad, de ser una mosca espiando algo que quizás no deberíamos de ver, de ser testigos de la soledad de alguien. Al mismo tiempo, no se trata de un documental explotativo o miserabilista. Conti logra esto por la atención que le presta a su sujeto, cosa que ya había hecho con Michelle en su documental anterior. De esta humanización, de su necesidad de contar historias sobre personas que tienen que hacer un mayor esfuerzo que las demás, y de los procesos para intentar volverse un aliado de sus personajes, fue de lo que hablamos en esta entrevista. 

¿Cual fue el puntapié para realizar Agridulce? ¿Qué fue lo que te interesó de Dulce Polly?

Ví a Dulce Polly actuando en un bolichito, y me impresionó el colorido, la energía, el tamaño del personaje artístico. Tiempo después conocí a Luis «destransformado», como quién dice, y en un principio lo que me pasó es que me llamó mucho la atención el contraste entre Dulce Polly y su intérprete. Me quedé con esa imagen, con esa sensación. Tiempo después yo estaba por terminar de hacer otro documental y ya estaba buscando hacer algo nuevo, y se me vino todo esto a la cabeza y me puse a investigar un poco. Me pareció que podía haber algo interesante para contar. A medida que me fuí acercando y conociéndolo y juntándome con él fui descubriendo cosas nuevas, y más que nada cosas que le estaban pasando a la persona en ese momento. Me centré en ese período de tiempo que estaba grabando en el medio de su vida. Ví que había una serie de cuestiones más allá de Dulce Polly que eran interesantes para contar, para hacer una historia, y siempre contrastada con el personaje artístico. Descubrí que era una persona muy sola en cuanto a pareja, al amor, y que tenía mucha necesidad de encontrar ese amor, y mientras no lo encontrara trataba de emparcharlo de diferentes maneras. En cuanto a la cuestión familiar también, había varios asuntos embromados en ese momento, con su padre, por ejemplo. Y así con otras varias capas de su vida: la amistad, el trabajo, el futuro profesional. Una serie de cuestiones que lo hacían un personaje, una persona, un protagonista que tenía mucho para contar.

La película contiene momentos en los cuales la cercanía con Luis se vuelve muy intensa. ¿Cómo lograste ese grado de intimidad?

Eso se va logrando de a poco. Es un proceso que se va dando entre el realizador y la persona. Para lograr eso primero hay que lograr una confianza, una identificación entre ambos para que se logre estar juntos y estar con la cámara y que no se note, que la persona no sienta la presencia de la cámara, que no vea la cámara como algo que lo inquieta o no le genera confianza. Se logra llegando a un nivel de identificación tal entre ambos, que permite llegar a un nivel de intimidad llamativo.

¿En qué momento surgió la idea de las escenas recreadas con los personajes de Dulce Polly?

Fue de las primeras cosas que me surgieron. Lo encontré como un recurso que lograba dos cosas: darle participación a los personajes, pero que tuvieran una función, hablar de Luis, o hablar con Luis, y que algunos de sus temas estuvieran tocados a través de sus personajes. Que tuvieran cierto humor y trasmitieran información al espectador.

¿Cuanto tiempo tomó el rodaje? ¿Cuantas etapas tuvo todo el proceso?

Fue de un año y pico. Empezamos en el 2016 y terminamos a principios del 2017. Lo último que filmamos fue lo del liceo, que eso demoró mucho porque hubo que respetar algunos tiempos burocráticos. Hubo algo parecido a un plan de rodaje pero de las cosas que eran más visibles o notificables. Pero con respecto a toda la parte más íntima de él y sus estados de ánimo, siempre había que estar al pie del cañón. Eso se cubrió de principio a fin, desde que se inició hasta que se terminó. Yo siempre estaba atento a situaciones pertinentes a él. La etapa de ir a grabarlo en algunos shows fue al principio. No lo podía cerrar en cualquier momento porque podía pasar que sucediera algo interesante, pero después de considerar que ya esta parte la tenía cubierta decidí no grabar más y me concentré en sus cuestiones más personales y su entorno más íntimo. Después surgió lo de hacer el viaje a Buenos Aires, pero eso fue bastante extra.

Foto por Augusto Preliasco durante el rodaje en Buenos Aires.

¿Hubo escenas que querías poner en la película pero Luis no se sentía cómodo con que se vieran? ¿Cual fue su reacción al verse retratado?

Más que nada lo que lo impresionó fue verse en su intimidad. Eso lo impactó, le impactó verse gordo, verse tan solo. Verse a uno mismo expuesto te genera una sensación rara. No me pidió que sacara ninguna escena. Si hubo escenas que lo incomodaron en el sentido de: bueno, esto es medio penal para mí, medio complejo, pero me la banco. Es lógico. Aparte de tanto que filmamos te vas olvidando de lo que vas diciendo, y después, verlo resumido en una hora o setenta minutos, te impacta. Le generó mucha emoción, básicamente.

 ¿Luis colaboró o estuvo presente durante el proceso de edición?

Él no estuvo presente durante el proceso de edición. No participó en absoluto. Nunca se habló de eso. Aparte no es mi forma de trabajar tampoco. Capaz si me hubiera pedido lo hubiera dejado, pero no aporta nada, porque aparte  puede ser malo para la película. Que el protagonista esté en la edición puede ser contraproducente por un tema que puede condicionarte, ponerte trabas. El acuerdo que tuvimos fue que una vez que estuviera finalizada Luis la viera y diera su opinión, y si había que sacar algo que no lo convenciera se iba a sacar.

Si bien Luis esta más integrado a su entorno que Michelle en Michelle te hace la cabeza, ambos comparten cierta tristeza y soledad. ¿Qué es lo que te atrae de ese tipo de personas para querer documentarlos?

Pasa que las personas que miran mis películas se sienten muy identificados porque lo llevo a un plano muy básico. Si bien Luis y Michelle tienen eso en común, también es que todo el mundo está triste. Todo el mundo tiene sus problemas.  Todo el mundo tiene sus momentos buenos y sus momentos malos. Pasa que no todo el mundo lo demuestra y hay gente que tiene vidas más complejas que otra y la tiene que remar mucho más. Eso es lo que hace que esos personajes sean dignos de contar su historia. A mi en un principio lo que me atrae es que son interesantes y complejos, y con roles diferentes en la sociedad. Después el tema de la tristeza es un elemento más que surge dentro en el drama de sus vidas y que en realidad si te pones a analizar es lo que nos pasa a todos.

Tus documentales tratan sobre personas de la comunidad LGBTQI. ¿Qué opinás de otros documentalistas nacionales que han trabajado con temáticas similares, ya sea Aldo Garay en El Casamiento o El hombre nuevo, o los vídeos que hace Sofía Saunier? ¿Sentís algún tipo de afinidad con sus trabajos?.

Es un poco accidental. Primero veo el personaje y después bueno, si se da por su condición sexual forma parte de esa comunidad, pero no es algo que me lo ponga por delante. Yo tengo tres largometrajes hechos, el segundo se llama Todos Somos Hijos. Es sobre hijos de desaparecidos, y su protagonista no tiene nada que ver ni con Michelle ni con Luis. Ahora estoy haciendo un cuarto documental que es sobre mujeres deportistas y nada que ver. Te diría que capaz es medio casual. A simple vista puede parecer que tengo una afinidad para ese lado, pero tal vez sea que en esta sociedad montevideana sean las personas que reúnen esa condición de lucha y que son las que yo considere que tienen más cosas para contar.

No me gusta opinar del trabajo de los otros. Aldo Garay es un gran realizador, tiene muchos años de experiencia. Yo trabajé con él en Teve Ciudad cuando yo era muy jovencito y él ya estaba trabajando ahí hace rato. Me parece un muy buen realizador. Yo me formé con Aldo, como camera en algunos trabajos de él, y es parte de mi aprendizaje. Cada uno tiene su estilo, pero la afinidad va más por haber trabajado con él. Aldo aborda diferente los temas. Me parece que es un realizador más, como yo, y como tantos otros que hay. Da la casualidad que a veces los personajes tienen una condición sexual similar. Después las historias son diferentes y se cuentan de modo diferente. Aldo es de ese grupo de personas con las cuales trabajas, y vas aprendiendo de todos, como se va relacionando con el personaje, como les hablan. Igual uno después rescata de cada uno lo que te parece mejor o más interesante.

Agridulce se exhibe en Cinemateca Pocitos a partir del viernes 31 de Agosto a las 19:30

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