ASTEROID CITY (2023) – El arte según Wes Anderson

Por internet se comenta que las películas de Wes Anderson poco a poco se han ido transformando en obras cuyo valor cae enteramente en su estética visual, dejando de lado la profundidad narrativa y priorizando su distintivo sello artístico. Prácticamente desde los inicios de su trayectoria se le ha reconocido por un característico estilo visual: colores llamativos, composiciones simétricas y una puesta en escena cuidadosamente elaborada, creando universos que se sienten únicos y fantásticos.

Su anterior largometraje, La crónica francesa (2021), fue criticada en parte por esto mismo. Se decía que era un filme aburrido que solo llamaba la atención por sus hermosos encuadres, su forma de jugar con las paletas de colores y sus relaciones de aspecto dinámicas. Sin embargo, más allá de eso, en La crónica francesa se empezó a dilucidar una nueva faceta en la filmografía del director, dejando ver que su estilo no está estancado sino que sigue desarrollándose, experimentando en la forma en la que se presentan sus historias.

Asteroid City (2023), escrita por Wes Anderson y Roman Coppola, narra la historia de una obra de teatro ficticia del mismo nombre. La obra homónima nos sitúa en una ciudad desértica cuya principal atracción es un cráter enorme en el que años atrás cayó un asteroide, además de un observatorio astronómico. En esa ciudad se desarrolla una convención anual en la que jóvenes aspirantes a astrónomos comparten sus descubrimientos. Durante la segunda noche del evento, un discurso de la doctora Hickenlooper (Tilda Swinton) se ve interrumpido por la llegada de un alienígena que viene a robarles el asteroide. Todo eso ocurre dentro de la obra, mientras, a su vez, se narra el proceso creativo detrás de la obra, donde vemos al director (Edward Norton), el escritor (Adrien Brody) y el elenco de actores fuera de sus respectivos personajes.

El filme está lleno de comedia basada en la incomodidad y el absurdo de las situaciones sin mostrar variación de emociones (“deadpan comedy” o “humor seco”, similar al estilo que se fundó a principios del siglo XX con el cómico Buster Keaton) al que el director ya nos tiene acostumbrados. Se plantean situaciones ridículas que contrastan con dramas internos de los personajes, generando una ambientación en su mayoría tragicómica.

En La crónica francesa vimos una antología de relatos que simulaban el contenido de un periódico ficticio sobre el que giraba la trama. El concepto principal de la obra era hacernos sentir que, a través de la película, estábamos leyendo el último tomo de ese periódico. Ahora, en Asteroid City el objetivo es el de hacernos sentir como espectadores de la obra de teatro que está siendo representada en el filme.

La historia principal no ocurre en el mundo real de la película, sino que está siendo interpretada por personajes que en el mundo real de la película son actores. Un juego meta-cinematográfico similar, por ejemplo, al cuento Continuidad de los parques de Julio Cortázar, en el que coexisten diferentes planos: hay una ficción dentro de la ficción, y existen momentos en los que la ficción y “la realidad” interactúan entre sí. Así, Anderson narra dos historias de forma intercalada. Por un lado vemos lo que ocurre en Asteroid City (la obra) y por el otro lado vemos lo que ocurre detrás de esa obra: interacciones entre actores, director, guionistas y hasta personajes descartados. La distinción entre ambos planos de la realidad está marcada por un (no muy original) filtro en blanco y negro que representa el mundo real.

Pero el uso de la teatralidad no se limita a ser un recurso narrativo, sino que funciona como forma de explorar temas más profundos y complejos. A través de esta estructura dual es que podemos ver a los actores en conflicto con lo que están representando. Woodrow (personaje de la obra interpretado por el actor interpretado por Jake Ryan) habla sobre el buscarle un sentido a la vida, más tarde el actor que interpreta a Augie (Jason Schwartzman) se sale de su papel al darse cuenta de que no entiende la obra, a lo que el actor que interpreta al alienígena (Jeff Goldblum) menciona que cree que su personaje es una metáfora pero que aún no sabe de qué. En el tercer acto de la película se vuelve relevante lo que se convertiría en una frase memorable de la película: “You can’t wake up if you don’t fall asleep” (“No puedes despertar si no te duermes”), que se interpreta como una crítica a esa constante búsqueda de significados en todos lados, a la obsesión por encontrar respuestas concretas y significados absolutos en todas las experiencias artísticas y en la existencia misma. Es decir, la película nos introduce en un viaje onírico cuyo sentido es que no lo tiene.

Wes Anderson, a través de lo que podría clasificarse como su película más absurda, habla directamente a los espectadores y da una tesis de lo que para él es el arte. Sugiere que para apreciar una obra de arte debemos sumergirnos emocionalmente en ella, en lugar de intentar buscarle activamente una interpretación racional. El existencialismo que se plantea va desde los personajes intentando entender los elementos fantásticos que los rodean en lugar de centrarse en sí mismos, sus duelos y su forma de relacionarse con los otros, hasta los actores intentando «entender» la obra en lugar de sumergirse en representarla.

Asteroid City es una película que reúne una trama que aparenta ser sencilla e incluso ridícula con un argumento serio sobre la forma en la que se experimenta el arte, acompañado del inconfundible estilo visual del director y una interesante estructura narrativa. Para quienes esperan una narrativa tradicional y lineal, podría no cumplir sus expectativas, ya que Wes Anderson nos sumerge en un mundo de estética enigmática y exploración emocional, recordándonos que en ocasiones es necesario dejar atrás las expectativas preconcebidas para realmente apreciar el valor del arte en todas sus formas.

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