Alfonso Tort: «Una buena ocasión para verla de ácido»

Las 5 de Cine

(Foto: El País)

Más conocido en el mundo como Marmota Chico por su emblemático papel en la recordada 25 Watts (2001), Alfonso Tort tuvo antes de ser actor una carrera de futbolista en formativas, y que lo llevó a sentarse en un banco de suplentes de Primera División. Lleva 15 años dedicado a la actuación en cine, teatro y televisión. Hace pocas semanas se estrenó en TNU su último papel para la pantalla chica, Rotos y Descocidos, donde interpreta al torpe camarógrafo de un improbable canal de televisión. En los próximos años lo veremos en la tercera película de Adrián Biniez, Las Olas, y en la producción brasilera Era el Cielo, de próximo estreno. Sus 5 de Cine son un lindo viaje por una genuina sensibilidad cinéfila.

1- ¿Te acordás cuál fue la primera película que viste? ¿O la primera que te impresionó?

Si bien no recuerdo cuál fue la primera película que ví; se me viene a la memoria un recuerdo de cuando era niño. En el edificio que vivía, tenía un amigo vecino que en todos sus cumpleaños proyectaba la película Cupido Motorizado (1968) , y me acuerdo de estar comiendo pildoritas y tomando coca-cola.

Pero la primer película que me impresionó la recuerdo perfectamente, fue Atrapado sin salida (1975) de Milos Forman. La ví con mi padre a los 11 años.

 

2- ¿Cuál fue la última película que te gustó? Qué te gustó de ella?

La última película que me gusto en realidad fueron dos y, las dos realizadas por mujeres. Hace poco vi Red Road (2006) de Andrea Arnold y me gustó mucho el argumento de la película. El personaje principal, una mujer de unos 35 años,  trabaja en una oficina rodeada de monitores de seguridad de las calles de Glasgow (Escocia) y empieza a obsesionarse por motivos personales con un hombre. Me interesó mucho la idea de espiar a alguien a través de una pantalla. Hay una gran analogía con Gigante (2009) de Adrián Biniez, curiosamente ambas películas se estrenaron el mismo año.

La otra película que me gustó mucho fue Mi amiga del parque (2016) de Ana Katz, que se puede ver ahora en las salas de Montevideo. Me interesa el manejo del humor que hace Ana en sus películas, ya lo había visto en El juego de la silla (2002), pero aquí ya hay un refinamiento en el tipo de humor.

 

3-  ¿Última película con la que te fuiste del cine?

A los 19 años, fui  a la sala La Linterna Mágica de Cinemateca, a ver con un amigo Jim y el durazno Gigante (1996). Yo ya había visto la película y pensé que era una buena ocasión para ir a verla de ácido. Era un domingo de Verano y había invitado a una amigo para ir juntos. En la mitad de la película me había venido una ansiedad galopante y empecé a agarrar con mi mano una muela y sentía toda mi mandíbula floja. Se ve que la muela estaba cariada y empecé a tirar de ella hasta que en un momento me la arranqué. Ahí le dije susurrando a mi amigo “ya vengo voy al baño”; cuando estaba en el baño me mire al espejo y de mi boca salía mucha sangre, me lavé lo que más pude y regresé a la sala y le dije a mi amigo susurrando “me voy, me arranqué una muela”, mi amigo me miró con cara rara y ambos salimos de la sala. Esa fue la vez que me fui antes de una sala.

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4- ¿Cuál es tu película uruguaya favorita y por qué?

Es difícil elegir una sola película, pero voy a elegir a  Whisky (2004). Hay algo en ésta película que siempre me va a gustar cada vez que la veo, y es que siempre me hace sentir identificado con una melancolía arraigada en la idiosincrasia uruguaya. Por otra parte creo que estéticamente es una película genial en todos los sentidos, desde la decisión en cada plano hasta el trabajo con lo actores.

 

5- Si tuvieses que vivir en una película, ¿Cuál sería?

No sé por qué, pero lo primero que se me viene a la cabeza es vivir en una película de ciencia ficción. Estaría de más vivir en una nave espacial, y que de repente hay un alíen en la nave y tengo que salvarme; ahí me viene a la mente  Alíen, el octavo pasajero (1979), estaría en la nave con mi gato Brocha para acompañarme. Pero también por qué no vivir en la película El exorcista (1973), la vieja, la del 73, y ser vecino de la niña endemoniada y tocar el timbre en su casa por ruidos molestos. O por qué no, también, vivir en una película de Buster Keaton y seguirlo en todas esas piruetas que se mandaba.        

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