Una historia de locos (2015)

La Película del Festival #2

Una historia de locos, última película de Robert Guédiguian trata sobre el genocidio armenio y sus consecuencias políticas. Es un film valiente por lo que cuenta, y de gran conciencia política, porque además de animarse a exponer un hecho olvidado por la historia, es a través de él que plantea una revisión autoral sobre sus principios ideológicos.

Aram es un joven estudiante que decide unirse al Ejército Secreto Armenio para la Liberación de Armenia en la década de los setenta, en honor a su familia que ha sufrido el genocidio y cuyas tierras ya no encuentran esperanza contra el ejército turco. En su primer atentado guerrillero deja sin piernas a Gilles, un ciudadano francés. La madre de Aram será el personaje clave que intervenga en esta disyuntiva, a través de estos dos personajes jóvenes (uno con la tradición dolida y otro sin sus piernas), los límites entre la guerrilla y sus consecuencias en la población civil.

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El personaje Gilles está basado en el periodista Juan Antonio Gurriarán, a quien el director conoció cuando aquél fue a Marsella a presentar su libro “La bomba”, crónica real del hecho que inspiró esta historia que trata de raíz la relación humana entre armenios y turcos.

El honor a los comunistas del mundo, a las luchas revolucionarias por la libertad (principalmente durante el siglo XX) y el retrato del hombre perdido en el nuevo mundo es la base del cine de Robert Guédiguian, así como la dialéctica materialista aplicada al cine. Historias complejas construidas a través de varios personajes que, entrelazados, van hilando una idea sobre las cosas.

Juntando de los escombros lo que queda de un siglo XX que ha despertado a la humanidad, reconoce que hay valores a rever, que han quedado hechos polvo y que en el futuro que nos corre, es menester que las nuevas generaciones replanteen la nueva forma de enfrentarse a los dolores del pasado y a los discursos del presente. La tiranía de la historia no se olvida, pero el escenario de hoy es diferente, y el hombre, como humanidad y no como individuo, debe entender como aliado al otro, en las nuevas luchas que están planteadas en este nuevo contexto.

Es cierto que en comparación con otras películas, como Viaje a Armenia (2006), Las nieves del Kilimandjaro (2011), La villa está tranquila (2000) o incluso en El ejército del crimen (2008), (recreación de época sobre la lucha de Missak Manouchian líder de  FTP-MOI, resistentes comunistas inmigrantes), se extraña un poco lo sugerido entre las relaciones interpersonales. En esta película no están ausentes las sugerencias del amor, pero deben dejar espacio para lo explicativo, contemplar lo que falta en el espectador a causa del distanciamiento político. Así, queda explicada la primera escena, recreación del juicio político en Berlín durante 1921 a Thelirian, activista armenio, que mata a Talat Pasha, un turco, por haber asesinado a su familia. El juzgado de Berlín declara inocente a Tehlirian y este se vuelve el referente para los armenios que trabajarán luego por su libertad y justicia.

La presencia de Armenia, de su historia y sensibilidad, estuvo ya en muchas películas de Guédiguian, pero esta es la primera vez que constituye la trama central. Existen pocas películas sobre este tema, y esta es la primera que tiene la grandeza de asumir en el discurso político, la propia decadencia de algunos aspectos del mismo, como cuna de las nuevas esperanzas.

 

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En su libro ensayo “La obra de Arte en la era de su reproductibilidad técnica” Walter Benjamin escribe:

Una pintura de Klee llamada Angelus Novus muestra a un ángel observando algo de lo que pareciera estar alejándose. La vista fija, la boca abierta, las alas desplegadas. Así se imagina uno al ángel de la historia. La cabeza está vuelta hacia el pasado. Donde nosotros percibimos una serie de acontecimientos, él sólo ve una catástrofe, que sigue acumulando escombros bajo sus pies. Al ángel le gustaría quedarse, despertar a los muertos, y reparar todo lo que se ha destruido. Pero una tempestad asalta desde el Paraíso, el viento se ha enredado en las alas del ángel con tanta violencia que ya no puede cerrarlas. La tempestad lo conduce irresistiblemente al futuro al que le da la espalda, mientras la pila de escombros crece hasta el cielo. Esta tempestad es lo que llamamos progreso.

Esta película tiene un poco de ese ángel y Anouch, la madre de Aram, interpretada por Arine Ascarid, es la encarnación de esa tempestad.

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