THE FLORIDA PROJECT (2017)

Por Andrea Pérez y Agustín Fernández

Proyecto Florida, de Sean Baker

Una crítica de la revista Sight and Sound definía  The Florida Project como “una película feliz sobre un mundo feo” (a happy film about and ugly world). La frase era el título de esa nota escrita en setiembre del año pasado, cuando la película empezaba su recorrido por festivales. La definición además de ser muy precisa trae algo que es clave para entender que Florida es tan parte del sub-género al que se suscribe (dramas sociales con niños protagonistas, desde Kes a Los 400 golpes) como una propuesta original que la despega a fin de cuentas del formato común que adquieren los films de su especie.

Sean Baker, desde Tangerine (2014), demostró que es capaz de meterse con la tragedia y el malvivir de sus personajes a partir de la comedia. La estructura de screwball le servía para sumergirse en el devenir frenético de Sin-Dee Rella y Alexandra, en un contexto donde los cruces improbables entre personajes y los desenlaces absurdos e injustos para ellos forman parte de la vida diaria de las personas reales que habitan y trabajan allí. En la misma línea, en esta nueva película Baker toma algunos elementos de las comedias para niños tipo Home Alone (1990), para evitar la mirada adulta y aleccionadora que es habitual en los dramas sobre la infancia.

Una de las evidencias más claras  de este cruce de géneros es la relación que se plantea entre el personaje de William Dafoe y los niños protagonistas, donde él –bueno, paternal, severo- debe lidiar con Moonie y sus amigos que están aburridísimos durante el caluroso verano en que se enmarca la historia, y no paran de hacerle la vida imposible molestando a los turistas, metiéndose en su oficina, escupiéndole a los autos o metiéndose en problemas. La otra evidencia (alerta spoiler) es el final, filmado de canuto con un iPhone dentro del parque de Disney de Florida; lugar que, casi sin mencionarse a lo largo de toda la historia, oficia de gran villano, omnipresente y silencioso, que condena la vida de todos los que habitan sus fronteras. De alguna forma lo que se logra es poner a los excluidos dentro del lugar que los excluye, y permitirles vivir la fantasía con alegría, como si realmente el parque funcionara como una vía de escape a la realidad.

El lugar habitual que algunas películas infantiles otorgan al enfrentamiento entre la incapacidad adulta para sobrellevar la vida que eligieron, y la frescura y vivarachés de los niños (que las películas utilizan para elevar un juicio sobre estos últimos y terminar no diciendo nada sobre los primeros) en Florida está utilizado para hacer crítica. Porque lo que se termina reflejando es una incapacidad de vivir que no es torpeza, sino el síntoma más evidente de un sistema mal trazado, donde solo se puede estar en él (trabajar para Disney en este caso) o de lo contrario quedar afuera y aceptar la marginalidad, vivir en habitaciones diferentes todas las semanas, tratando de llegar a pagar las cuentas, mientras los niños solo pueden escaparse, hacer desastres y tratar de pasarla bien todo el tiempo que les sea posible, antes de que el mal que los acecha desde afuera ya no los deje salir corriendo o les perdone un chiste que se les fue de las manos.

Baker debe ser uno de los directores contemporáneos más interesantes que hay en la vuelta. Una amiga hace poco dijo “no hay ningún director norteamericano como él”. ¿Por qué? Esa afirmación tiene sentido: Sean Baker es diferente, y no sólo por ese cruce de tragedia y diversión. ¿Qué hace que sea un director casi único en su especie?

Las razones por las cuales Baker es inusual como director norteamericano tienen que ver con su forma de filmar, y sus métodos. En primer lugar, es de los pocos directores que, teniendo una estética independiente, funciona en los circuitos comerciales. Tangerine está disponible en Netflix, y sus películas se estrenan en las salas comerciales en la mayor parte de los países. Baker realiza películas innovadoras, tanto por su forma y contenido, que logran mecharse en el mundo comercial, lo cual es una buena señal. O al menos una interesante. ¿Qué sentido tiene quedarse en el circuito en el cual ya se sabe tienen al público ganado? Es importante notar que una película como Tangerine utiliza las mismas vías de explotación que la típica comedia romántica de y para gente blanca. ¿Qué significa que Netflix tenga en su repertorio una película filmada enteramente con un celular? ¿Será sólo por la novelería? No importa. Lo que interesa es que sucede, y que películas distintas logran hacerse su camino.

Sigamos, ¿por qué Baker es un norteamericano diferente? Porque hace uno uso consciente e inteligente de las herramientas que tiene: las vías de explotación y los mecanismos para filmar. Es extraño ver a estadounidenses rebuscándose tanto para lograr lo que quieren, de la manera que tenga que ser, aunque no tengan los recursos para hacerlo. Baker es un estetista, pero no de la perfección. ¿Qué nos impide filmar con un celular si es la cámara más liviana y más práctica que tenemos a mano? ¿Por qué todo tiene que ser filmado con un Alexa, gruas y un montón de chiches más? Su estética no tiene que ver con la magnificencia técnica, sino con mostrar en términos estéticos una realidad que, a priori, no se asocia con “la belleza” o “lo grácil”. La pobreza, la prostitución, la triste realidad de madres solteras. Baker no se regodea en una estética vacía, productiva e impactante para mostrar un mundo que quedó apartado de los ojos del mundo. Sino que utiliza elementos estéticos para volverlo refrescante, para enaltecerlo y para contarlo desde un lugar que le pertenece más a los personajes que a los espectadores. Es decir, Baker no cuenta la realidad de Haley y Moonee desde sus ojos de director sino que todo parece provenir de ellas.

En relación al párrafo anterior aparece el final de The Florida Project.  Al final, Moonee corre hacia el motel donde vive su amiga Jancey para evitar que la alejen de su madre. Mientras llora, Moonee no puede explicar qué es lo sucede en su hogar. En la adrenalina del momento, Jancey la agarra del brazo y corren juntas hasta llegar al Castillo Mágico de Disney. Esta secuencia es el momento “Sean Baker” de la película porque, como se mencionó anteriormente, fue filmada con un iPhone. El momento “that’s my boy” o “wtf”, porque generó que se polarizara la audiencia entre quienes apoyan la disrupción estética y quiénes no. Hay un corte muy brusco tanto en la estética como en la lógica narrativa de lo que venía siendo la película. Es interesante por la siguientes razones: en primer lugar, porque significa que Baker se construyó un rinconcito en el que puede hacer casi lo que quiere. Y en segundo lugar, porque este plano tiene una justificación muy clara en relación a la historia de Moonee. The Florida Project es un relato sobre niños que viven en una situación de pobreza en los lindes de Disney. Como ya se dijo: uno de los rincones olvidados del mundo. Son niños que orbitan cerca de la fantasía pero no llegan nunca a tocarla. Este plano final, al igual que el resto de la película, surge de la visión de Moonee. Una visión edulcorada de la vida. La visión infantil. Basta nomás pensar en las secuencias de Moonee en la bañera, jugando con sus juguetes inocentemente, mientras su madre trabaja. The Florida Project parece estar contada por Moonee. Entonces, ¿tiene sentido la ruptura estética de ese plano final tan extraño? Sí, porque era la única forma que Baker tenía para filmarlo. ¿Cómo podía sino adentrarse en Disney para filmar? No tenía los permisos necesarios. ¿Tenía que quedarse sin ese plano final, que remata el punto de vista de la película? Lo que importa no es la coherencia técnica sino el remate narrativo y cinematográfico. El final perfecto.

Sean Baker es un norteamericano diferente. No parece ser un producto de exportación, no se ciega por la perfección o la estética por la estética misma. Rompe con convenciones de género, y cuenta historias conocidas desde lugares diferentes. Tampoco parece contar esas realidades ajenas desde su lugar de privilegio, sino que busca entender en qué mundos se está adentrando y cómo es que los personajes pueden llevar adelante la historia por sí mismos, y no por directores con ganas de ganar un montón de Oscars.

Título original: The Florida Project | Año: 2017 | Duración: 111 min. | País: Estados Unidos | Dirección: Sean Baker | Guión: Sean Baker, Chris Bergoch | Música: Lorne Balfe | Fotografía: Alexis Zabe | Elenco: Brooklynn Prince, Valeria Cotto, Bria Vinaite, Willem Dafoe, Aiden Malik, Christopher Rivera | Productora: Cre Film/Freestyle Picture Company/Cinereach/June Pictures.

Para hacer posible más artículos como este, apoyá nuestro proyecto. ¡SUSCRIBITE!