LOS ILUSIONISTAS (2017)

La premisa es muy simple: una compañía teatral dedicada a los títeres desde hace más de 40 años recorre diversas escuelas rurales. Ofrecen arte, primero, y después lo reciben, una vez que los niños se sueltan y se animan a meter sus pequeñas manos en los muñecos de trapo, en escenas que no pueden generar otros sentimientos que empatía y ternura.

En esas palabras se resume Los Ilusionistas (2017), documental que se exhibió hasta principios del presente mes de noviembre en la Sala B del Auditorio Nelly Goitiño. Su director, Mario Jacob, es una de las figuras más relevantes del cine nacional: co-fundador de la Cinemateca del Tercer Mundo (1969-1974) y de Imágenes (1986-), una de las productoras audiovisuales más importantes de nuestro país.

Jacob retoma la dirección después de casi 20 años (su última realización como director fue El Recurso de la Memoria, serie realizada para TevéCiudad en el ’99) y nos ofrece ser testigos de esta aventura itinerante emprendida por Cachiporra Artes Escénicas, un colectivo liderado por Javier Peraza y Ausonia Conde que se propuso llevar la magia del teatro de títeres a lugares del país con poco y nada de acceso a propuestas artísticas.

Precisamente, el comienzo de la película transcurre en la casa donde Cachiporra ensaya Prometeo, una obra estrenada en 2006 en el Teatro Solís. La escena dura unos cinco minutos y es todo lo que se nos ofrece en materia de presentación. En ningún momento los protagonistas dicen quiénes son; tampoco aparece un zócalo que lo diga. Por el contrario, es el espectador quien poco a poco va descubriendo cómo se llaman los miembros de la compañía, a medida que se vinculan con los niños que visitan.

Jacob trabajó con un equipo de filmación pequeño: una sola cámara, sonido, dos asistentes y él. Como resultado la economía de imágenes es bien austera. La acción transcurre o en alguna escuela rural o en el viejo Chevrolet blanco con un trailer enganchado que va repleto de todas las cosas necesarias para las funciones, perlitas del road trip titiritero.

La película fue filmada en 2014 y recupera una experiencia realizada por Cachiporra en 2008 y 2009 y que «lamentablemente nunca más se repitió», como se dice -no sin un dejo de tristeza- en los créditos finales. El énfasis de la acción no está puesto en los movimientos de los títeres per se, sino más bien en aquellos que mueven a los títeres. Los miembros del colectivo le explican a los niños cómo manipularlos, la diferencia entre poner un objeto más cerca o más lejos de la luz; en definitiva la película se trata de lo que hacen las personas, actores y niños por igual, detrás del retablo, lo que constituye una reflexión sobre la creación artística en sí.

Algunos momentos del film son realmente enternecedores. Vemos a Primavera, hija de Ausonia y Javier, montando por primera vez a caballo, preguntando a los niños cómo se monta y recibiendo risas como respuesta. Hacia el final vemos una pequeña obra montada por niños, con todo Cachiporra en primera fila, muriéndose de risa ante un diálogo muy divertido que habla de lechugas hidropónicas. O el final mismo de la película, con todo el pueblo asistiendo a una representación de un grupo de artes escénicas al que lo mismo le da desarrollar su arte en un teatro lleno o ante cuatro niños de una escuela en Florida o Río Negro. Una hora de película que cuenta una historia de manera simple y sencilla, con sumo cariño por quienes allí son retratados.

Título: Los Ilusionistas. / Año: 2017. / Duración: 70 minutos. / País: Uruguay. / Dirección: Mario Jacob./ Producción: Mario Jacob / Fotografía: Diego Varela. / Música: Carlos Da Silveira. / Sonido, Edición y Postproducción: Daniel Márquez. / Con la participación de: Ausonia Conde, Javier Peraza, Primavera Peraza, Javier Ernesto Peraza y niños de escuelas rurales de los departamentos de Florida y Durazno.

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